No alcanzó
con cerrar mis piernas asustadas para que te quedaras,
hilo luz vida.
Te escribo
desde el abismo borde del alma,
desde el
dolor que más duele;
del que te
muele.
Me trepé al
cordón que nos ataba,
enredándome
en el pulso inexistente de tu vida,
que es el pulso
paciente de mi muerte.
Cómo te olvido
si no te recuerdo,
pero aún
sin recuerdo no te olvido,
no me
olvido yo de tu peso liviano
que pasó
inadvertido por mis manos,
solas,
quietas sin
hacer nada.
Manos de
brazos cruzados, manos con puño cerrado,
que abrazan
sus propios brazos holgados.
El rayo de
día quiere ayudarme,
yo igual me
cuelgo al cordón de la noche;
tengo la
ilusión que ahí me espera un sueño.
Y otra vez
de día, el rayo y la noche,
me agota
que siempre es el mismo día.
Como la marmota.
Me armo,
un pie toca
el suelo,
me armo,
ahora le
toca al otro,
me armo,
trago la
gota,
me armo,
miro las
piernas que estuvieron asustadas,
pienso en cuanto
falta;
(y ahí
quiero olorcito a tostadas)
y la cabeza
que había quedado entre las piernas y la ropa tirada,
se levanta,
y me empuja,
no se a dónde,
no se a
qué,
pero me
empuja.
Deben ser
las ganas de algo; ojalá supiera de qué.
Tengo la
ilusión que un día salgo caminando,
y después
de mil días, corro alocada,
y recuerdo
por fin cómo era la risa a carcajadas.
Y tal vez
con la suerte de algún rayo de un día, me vuelva hada.
O loca.
Voy con un
vestido de flores perfumadas,
descalza.
En el
bosquecito hay un hilo de agua, como cascada,
no se bien
que pasa.
Sólo quiero
encontrarte y adivinar tu cara,
o que en el
hilo de agua te asomes como quieras,
como hilo luz plata,
como cantito
del alma,
como letra
poema,
o como magia
de amor,
que te rías
si no te veo,
entonces me
río yo con ganas de carcajadas,
te canto
una canción de musiquita guardada,
y nos
reímos a carcajadas, de a dos.
En una
ronda de brazos holgados de caricias.
Pedacito de
amor.
Donde estás
hilito luz plata,
yo acá
estoy, en el borde del hilito de agua con flores perfumadas para llamar tu
atención.
Te fuiste a
jugar en la lunita (la que parece un chichón)
la lunita de
rebeldes que no pidieron permiso.
Vos allá
jugando y yo acá pensando en vos.
Hilito luz
plata.
Sos mis
palabras, mi lengua materna,
mi voz
infantil / aniñada,
mi
sorpresivo poema,
mi poesía luz
vida,
que viene de
la nada, pero de la nada nada de nada,
pero me inventa la fe, fe de feliz,
fe de felicidad,
fe de
olvidarte,
pero sería
como olvidarme,
entonces
sería nada nada de nada.
No es que
esté eligiendo,
ni olvidar
ni recordar ni nada,
es que me
pasa,
el dolor,
el recuerdo, los llantos;
hasta que
se me pasa.
Entonces me
empiezan a pasar las palabras,
como
erráticas metáforas,
despechadas,
erguidas,
oscuras,
claras
hasta ¿sabés qué?, felices.
Y vuelvo
nueva de ahí, que no es ni acá ni allá,
es un limbo
que sólo sabemos cuál es, los que estuvimos de visita.
Y volvimos
por fe.
Por poesía.
Por puras palabras que (purifican) lo (mi) putrefacto
y lo devuelven luminoso.
Y entonces me reto a duelo,
y vuelvo a nacer desde el borde,
y me miro al espejo sin saber dónde
fui a parar,
ahí exactamente ahí, me doy cuenta
que ya no estoy,
que Yo era otra.
Ahora soy nueva.
Brazos holgados, pura palabra amada.