miércoles, 7 de noviembre de 2018

jueves, 8 de diciembre de 2016

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Hiedra/Carbón




Junto palabras con las manos del piso.
Las busco y no las encuentro.

Se me revelan.

Les pido a ellas que me ayuden, que sean buenas;
para soltarlas con la gracia de un poema;
cuando se me convulsiona la vida mía.


La veo trepando como una hiedra amorosa,
y también mórbida color carbón,
ayudando a las lágrimas a que se abran paso,
a que suban, se anuden ardiendo detrás de la garganta;
hasta que brotes vos (mi) manantial, como hielo (mi) corazón derretido.
Hasta que se haga escarcha.
Hasta que infinitas lágrimas, se guarden,
para que no se gasten;
por las dudas.

Por si un caso.

Ahí está en la queja de mi oreja,
como hiedra de amor o mórbida carbón/ de mis cenizas/

La poesía se hace una en el latir de las manos con el pulso vida;
me inquieta,
me despierta,
me molesta.
La liquido.

Me resucita de los pies clavados sin pasos; desde lo profundo de abajo del fondo.
De mi propio olvido de mi.

Me pasa la poesía.
Como la sorpresa,
como el amor y el desamor.

Son las palabras divinas y maltrechas,
hilachas del cuerpo corazón, de lo que queda nace un poema
                                                          /grácil como la hiedra o mórbida como el carbón/



La poesía de la nada,
del desalojo de la esperanza,
que mira hacia arriba y nada,
que mira al costado, y nada,
que mira adentro, y nada,
que mira abajo, y está el filo del piso.

Casi me caigo.

martes, 15 de diciembre de 2015

Hilo luz plata



No alcanzó con cerrar mis piernas asustadas para que te quedaras,
hilo luz vida.

Te escribo desde el abismo borde del alma,
desde el dolor que más duele;
del que te muele.

Me trepé al cordón que nos ataba,
enredándome en el pulso inexistente de tu vida,
que es el pulso paciente de mi muerte.

Cómo te olvido si no te recuerdo,
pero aún sin recuerdo no te olvido,
no me olvido yo de tu peso liviano
que pasó inadvertido por mis manos,
solas,
quietas sin hacer nada.
Manos de brazos cruzados, manos con puño cerrado,
que abrazan sus propios brazos holgados.

El rayo de día quiere ayudarme,
yo igual me cuelgo al cordón de la noche;
tengo la ilusión que ahí me espera un sueño.
Y otra vez de día, el rayo y la noche,
me agota que siempre es el mismo día.
Como la marmota.

Me armo,
un pie toca el suelo,
me armo,
ahora le toca al otro,
me armo,
trago la gota,
me armo,
miro las piernas que estuvieron asustadas,
pienso en cuanto falta;
(y ahí quiero olorcito a tostadas)
y la cabeza que había quedado entre las piernas y la ropa tirada,
se levanta,
y me empuja, no se a dónde,
no se a qué,
pero me empuja.

Deben ser las ganas de algo; ojalá supiera de qué.

Tengo la ilusión que un día salgo caminando,
y después de mil días, corro alocada,
y recuerdo por fin cómo era la risa a carcajadas.

Y tal vez con la suerte de algún rayo de un día, me vuelva hada.

O loca.
Voy con un vestido de flores perfumadas,
descalza.
En el bosquecito hay un hilo de agua, como cascada,
no se bien que pasa.
Sólo quiero encontrarte y adivinar tu cara,
o que en el hilo de agua te asomes como quieras,
como  hilo luz plata,
como cantito del alma,
como letra poema,
o como magia de amor,
que te rías si no te veo,
entonces me río yo con ganas de carcajadas,
te canto una canción de musiquita guardada,
y nos reímos a carcajadas, de a dos.

En una ronda de brazos holgados de caricias.

Pedacito de amor.
Donde estás hilito luz plata,
yo acá estoy, en el borde del hilito de agua con flores perfumadas para llamar tu   
                                                                                                                  atención.
Te fuiste a jugar en la lunita (la que parece un chichón)
la lunita de rebeldes que no pidieron permiso.
Vos allá jugando y yo acá pensando en vos.

Hilito luz plata.
Sos mis palabras, mi lengua materna,
mi voz infantil / aniñada,
mi sorpresivo poema,
mi poesía luz vida,
que viene de la nada, pero de la nada nada de nada,
pero me inventa la fe, fe de feliz, fe de felicidad,
fe de olvidarte,
pero sería como olvidarme,
entonces sería nada nada de nada.

No es que esté eligiendo,
ni olvidar ni recordar ni nada,
es que me pasa,
el dolor, el recuerdo, los llantos;
hasta que se me pasa.

Entonces me empiezan a pasar las palabras,
como erráticas metáforas,
despechadas,
erguidas,
oscuras, claras 
hasta ¿sabés qué?, felices.

Y vuelvo nueva de ahí, que no es ni acá ni allá,
es un limbo que sólo sabemos cuál es, los que estuvimos de visita.

Y volvimos por fe.
Por poesía.
Por puras palabras que (purifican)  lo (mi) putrefacto
y lo devuelven luminoso.
Y entonces me reto a duelo,
y vuelvo a nacer desde el borde,
y me miro al espejo sin saber dónde fui a parar,
ahí exactamente ahí, me doy cuenta que ya no estoy,
que Yo era otra.

Ahora soy nueva.
Brazos holgados, pura palabra amada.