miércoles, 26 de diciembre de 2012

Historial aleatorio de las sesiones de Sara, el pensamiento de Sara y el psicoanalista. Quinta sesión.

S: sabe que en mi blog alguien buscó como palabras clave mujer +estéril + maldita ¿a usted le parece?
P: ¿me pregunta si me parece bien?
S: ¿cómo usted también cree que las mujeres que no tenemos hijos estamos malditas?
P: no Sara, cómo voy a  creer eso…
S: lo busqué en el diccionario y entre las acepciones de maldito está condenado y castigado por la justicia divina.
P: ¿usted es creyente?
S: no, hasta que pienso que Dios, si existe, me puede castigar, entonces por las dudas me hago creyente.
P: es creyente.
S: bueno, como más le guste. ¿Entonces que me dice?
P: ¿de qué?
S: de esto, que si una mujer que no tiene hijos es castigada por la justicia divina y está maldita.
P: mucho palabrerío, yo no creo nada más que usted es una mujer sin hijos.
S: ¿así de fácil?
P: sí, así de fácil.
Pensamiento de Sara: como se nota que es hombre, que nadie se anda fijando si tiene o no tiene hijos.
P: ¿se quedó pensando en algo interesante?
S: sí, que Ud. es un analista brillante.
P: gracias. Hasta la próxima.
Pensamiento de Sara: y que no tiene idea lo que le pasa a una mujer.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Todo a la vez


Mis huesos anotan las tristezas que junto, de a poco.
La memoria del cuerpo no perdona esta ausencia.
Todo fue un flash, urgente.
Entonces pensaba que el camino era largo, pero todo se va rápido y sin retorno.
Una línea que se bifurca, me apura dictadora.
Espero nada y todo.
Sangro. Desangro.
Me pierdo. Retorno.
Me ahogo. Respiro.
Revivo.
Todo a la vez.
Como:

El lado claro de la luna.
Y el lado oscuro del sol.
El frío del hogar.
Y el calor de la calle.
La pasión eterna.
Y el amor fugaz.
La luz del mal.
Y la sombra del bien.

Cara o cruz.
Cruz o cara.
Poco en muchos.
Y mucho en pocos.
Ausencia en la felicidad.
Y presencia en el dolor.
Sinsentido en el sentido.
Y sentido en el sinsentido.

Todo a la vez.
Como la oscuridad del sol
y la lumbre que en la oscuridad, nos presta la luna.

Todo a la vez.
Así es la vida.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Voy conmigo

Antes sólo corría y corría contra mi tiempo,         
que era como correr contra mi misma; y la urgencia me turbaba.


Y me pisaba los pies, sola.
Me agarraba la cabeza, con las dos manos.
Me tapaba los ojos, con los diez dedos.
Me tapaba los oídos, con las dos manos.
Me tocaba mi panza, sola.
Y más corría. Hasta que se cortaba mi respiración.


Ahora es el tiempo lejano de ese otro tiempo.
Ahora es el tiempo de meterme en mi cabeza.
De destapar mis ojos.
De escuchar mi voz.
De caminar a tempo.


Ahora que lindo, ando despacito y voy conmigo,
vamos juntas a todas partes.


Despacito, una al lado de la otra,
como tiene que ser.
Con pausa.

lunes, 22 de octubre de 2012

Sentimientos de una (a)mater

¿Cuál es mi sentimiento?
El de búsqueda permanente.
Primero te busqué a vos pero entendí que no querías venir; y cuando viniste te fuiste y volviste a venir y te volviste a ir.
Me quedé mirando la pared  blanca. Sorda y muda.
Esa búsqueda duró más de la cuenta.
Entonces empiezo con nuevas búsquedas, desordenadas y regresivas.
Intento buscar el juego ¿cómo hago para jugar ahora? porque cuando somos chicos  nos disfrazamos y viajamos en el tiempo; y ya está.
Siempre va a ser lindo cuando seas grande; y si jugás a la mamá y te aburrís, te sacás el almohadón de la panza y tuviste el bebé y si te cansaste de darle la mamadera, te vas a trabajar y trabajás de cajera y te buscás un sello viejo y se lo estampás a todas las boletas de los que vienen al banco; y si te cansás del banco, sos la maestra y ahí me pongo un guardapolvo viejo de mi mamá y reto a los chicos que no aprenden las tablas.
Si me canso cierro los ojos y vuelvo a la vereda  de mi barrio, es de noche y después que comimos una ensalada de frutas fresquita, todos los chicos de la cuadra salimos apurados a  jugar a la escondida. Es una noche de verano y hace un calor bárbaro y podemos escondernos en toda la manzana y si tenemos miedo porque está oscuro, las chicas nos escondemos de a dos. La piedra es en lo de Belich.
Si nos cansamos de la escondida jugamos al rin rage y le tocamos timbre a Papelito, que sale sordo y a los gritos porque ya sabe que somos nosotros.
Y si nos cansamos de despertar a Papelito jugamos a Verdad Consecuencia y nosotras nos ponemos coloradas si ellos descubren de quien gustamos.
Y después de tanto cansarnos de jugar todo el día, mamá o papá salen al balcón y nos gritan ¡a dormir! Y nos vamos con mi hermano a casa porque ya es tarde.
Apoyo mi sonrisa niña en la almohada y me duermo entre el humito del espiral y la  inundación de estrellas mironas en la ventana, que me dan la certeza del sol de mañana. Que felicidad.
Sueño que al otro día con todo ese sol,  después de comer me voy toda la tarde a la pileta hasta tener los dedos arrugaditos del agua.
Cuánto hace que no juego a ser grande.
Ahora yo quiero jugar a ser chica.
Si yo juego todo el tiempo a que me divierto, a que un día soy pianista, otro día soy escritora, otro día soy jardinera, otro día soy viajera, imagino que la vida todavía está lejos y puedo soñar que cuando sea grande voy a vivir en una casita blanca con geranios que cuelgan en sus ventanas.
No se si importa tanto que algunas de estas formas imaginadas se concreten, lo que importa es que juego a buscarlas; para moverme.
Fue cuando dejé de mirar la pared blanca, que a lo mejor de tanto mirarla, empecé a imaginar cosas.
Sólo tengo que ocuparme de mí, entonces juego a que lo  invento todo de nuevo y a la vuelta de la esquina hay una sorpresa y siempre encuentro algo que me gusta; un sendero con sol y con sombra.
Ando liviana.
Como a veces me sobra tiempo, me quedo mirando en la plaza a todas las palomas que se empujan avaras para comer, escucho los chicos como se ríen y me dan ganas de sumarme  a la ronda y jugar a que soy grande.

martes, 9 de octubre de 2012

Historial aleatorio de las sesiones de Sara, el pensamiento de Sara y el psicoanalista. Cuarta sesión

S: me quedé pensando en el tema de la militancia.
P: mmmm.
Pensamiento de Sara: por qué no se juega y dice algo de una.
S: ¿mmm qué?
P: mmm.
S: por favor diga algo porque me parece que es una muletilla ese mmm. ¿ Tengo que entender algo? No sé...¿o descifrar que es el mmm cada vez que lo mmmdice?
P: no sea paranoica.
S: ¿paranoica yo?
P: mmm.
S: otra vez mmm, ¡lo usa para todo?
P: bueno basta. ¿Qué pensó de la militancia?
S: qué carácter!! Bueno. Pensé que es una buena idea porque sería parte de un colectivo social que me permitiría transitar un sentimiento de inclusión importante, ver en el espejo una otra con la cual me identifico y podríamos compartir vivencias, sentimientos, hacer síntesis superadoras de nuestras experiencias, resignificar la existencia, reconstruir nuestra identidad de lo femenino y empoderarnos.
P: es importante lo que dice. Y acerca de qué militaría?
S: ah no sé. Ud.  me dio la idea y me gustó, pero no sé….
P: concéntrese Sara. Nos vemos la próxima.
Pensamiento de Sara: siempre me voy así… como que me falta algo.


jueves, 13 de septiembre de 2012

Yo quiero

Yo quiero estar en mi unidad,
en mi amparo de terciopelo y púas.
Quiero centrar el eje de mi tierra
que se mueve entre cascotes traicioneros.
Quiero mi pequeño mundo de grandes deseos.
Pararme en un círculo hechizado
y bailar en la ronda que armo para mí,
y alejarme del mundo atolondrado.
Yo sólo quiero una noche de verano
donde la tierra reciba mis pisadas cálidas.
Donde la tierra mojada de rocío vaya marcando mis pies livianos.
Quiero acordarme donde queda el corazón,
o recordar si en un sueño me lo cambiaron por piedra.
Mirarme y ver el fondo de mis ojos
que miran el centro de mi vida sin centro.
Yo quiero el tiempo largo de mi niñez,
el desparpajo de mi adolescencia,
la ilusión de mi juventud
y la melancolía de mi vejez.
En un punto donde todos mis tiempos se crucen y se revelen con luz.
Y enseñen mi eje.
Benditos los que encontremos ese suspiro revelador.

lunes, 27 de agosto de 2012

Encrucijada

Mi corazón
resiste estoico.
Audaz y cobarde.
Pobre, delicado y delirante
creyéndose capaz de entrampar tus partes,
que sospecho sueltas y dudosas.
Deshilachadas. Que se vuelven fuertes y armadas cuando
cuidan mis partes desvencijadas.
Tus brazos, que son más cortos que tu alma,
se enredan con mi alma, 
y juntas se atan en un nudo
y queremos desatarlas.
Pero se atan.
Se pegotean con el agua de los ojos
y se despegan contrariadas.
El par de almas. Gastadas.
Que juntas no pueden
y solas son nada.   
Encrucijada.
De almas desarmadas.
Tu corazón resiste al mío
con disimulo. Estoico.
Nos dimos todo,
el corazón y el alma.
Quién sabe corazón
si debemos agobiarlas
a tu alma y a la mía
con tantas pretensiones
de tú, yo y el mío.
No se trata del nosotros,
se trata de nuestras almas.
Encrucijada.
Por temer que sigan juntas aún estando separadas.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Monólogo con Vos

A vos te hablo ¿me escuchás? Sí, a vos.
Espero que me des una respuesta pero sos siempre igual, callado y autoritario.
Vos decidís y no me consultás qué quiero yo.
Cuándo será el día que tengas un gesto, que seas más flexible y demuestres tu grandeza; siempre mirando todo desde arriba; inconmovible.
Estoy esperando que me digas cómo se hace para ahuyentar la tristeza cuando te atraviesa la garganta y sigue perforando para abajo hasta llegar al estómago.
¿Qué querés demostrar? ¿Que tenés el poder de hacernos venir y abandonarnos a nuestra suerte?
Yo te voy a decir qué soñamos
                           
                                                                           Soñamos que tenemos suerte  


          
Suerte como Paris que no pudo pelear bien, pero vino la Diosa y se lo llevó volando.
Tuvo suerte.
Todos queremos que venga la Diosa y nos lleve por los aires bailando con una melodía, que rompa el tiempo y vayamos de adelante para atrás, de abajo para arriba como en el Mundo de Alicia y de la nada pasemos por un huequito y nos choquemos con la puerta de la magia.
Ese día voy a venerarte, cuando sea como Alicia, cuando de la nada todo sea posible, cuando con un pan calmes de verdad el calambre en el estómago de millones.                                                                             


     Padre nuestro que sos invisible
     Desmitificado sea tu nombre
     Hágase mi voluntad en la tierra  

     porque  no  hay  cielo          
                                                                                   
                                             Y quítanos la mala suerte de cada día
                                       Te perdono el azar
                                  De olvidarte de quienes te necesitan
                            Líbrame de esperar algo de ti
                                                                                       


                                                                                                   A VOS
                                 

POR LAS DUDAS
TE PIDO
                                  Que si cae un rayo quedemos lejos del árbol
                                  Que alguna Virgen alguna vez llore delante de todos
                                  Que podamos solamente ser felices                                 
                                  Que todo sea un mar de agua tibia
                                  Que encontremos una tabla en el naufragio

domingo, 29 de julio de 2012

Historial aleatorio de las sesiones de Sara, el pensamiento de Sara y el psicoanalista. Tercera sesión.

S: No sé de qué hablar.
P: No hable.
S: ¡¿Le parece?!
P: No debe tener nada para decir.
S: Me parece que tengo tanto que no puedo decidir qué.
P: ¿Hay algo que le está molestando?
S: Sabe que estuve pensando en mi nombre.
P: ¡Ya era hora! ¿Qué pensó?
S: Que estoy condenada por la Biblia.
P: Bueno pero Sara tuvo hijos, no veo por qué lo siente como una condena.
S: ¡Ay por favor! Tuvo hijos a los 90 años y vivió hasta los 120.
P: Y entonces, ¡¿cuál es el problema?!
S: Que sólo en la Biblia viven hasta los 120 años.
Pensamiento de Sara: éste no sé si es o se hace.
P: Bueno, pero me parece que tendría que pensarlo desde un lugar simbólico.
S: Discúlpeme, ¿no? Pero creo que es abusar de los alcances de la metáfora.
P: ¡¿Perdón?!
S: Lo que digo es que estas cosas no pasan en la vida real, que rezando y prometiendo, a los 90 años una mujer no tiene un hijo.
P: No se crea.
S: ¿Por qué? ¿Conoce algún caso?
P: Como conocer no…
S: Entonces, ¿para qué me ilusiona?
P: Yo no la ilusiono, solo le digo.
S: Si la ilusión es para nada, yo soy de la idea que mejor es no ilusionar.
P: Hasta la próxima.
S: Hasta la próxima.
Pensamiento de Sara: es un vendedor de  ilusiones, o de humo, no sé.

lunes, 9 de julio de 2012

Sábanas de hilo

Cuando mi abuela se iba a casar, bordaba. Antes todas las mujeres bordaban las iniciales de los dos entrelazadas, como unidas para siempre en un pacto estampado en sábanas de hilo blancas o celestes o rosas o amarillas, con letras barrocas y recargadas.
Ese hilo añejo, que de tanto vivir de cajón en cajón desde hace noventa años, quedó amarillento y almidonado. Alguna vez se lavan en verano al sol y se cuelgan con toda el agua, rociadas con limón para devolverles el color del primer día, y relucientes, se planchan con almidón y otra vez vuelven a su universo de sábanas quietas y deshabitadas.
Así también se bordaban los manteles  con sus servilletas de familias grandes, que se sacaban en días de celebración.
En mi pueblo, todo lo que no bordaban las mujeres de la familia, lo hacían las hermanas Rasera, que ya eran dos viejitas cuando yo era chica. Si encontramos algo bordado por ellas, una y otra vez  mi mamá me dice ¡cómo bordaban las Rasera! Una maravilla. Eran dos viejitas que a mí me parecían gemelas, chiquitas y encorvadas.
Recuerdo cuando mamá ponía uno de estos manteles impecables, en pleno invierno, para el chocolate de cumpleaños de mi hermano. En todas las fotos aparece ese mantel anaranjado.
Cuando mi mamá se casó también tuvo sábanas de hilo, algunas bordadas por ella misma y otras que recibió de regalo de mi abuela, de mi tía, de mi tía abuela.
Y también manteles.
Y también toallas, ésas que iban con los lavabos. Yo tengo una que devino en cortina, blanca con flecos de hilos muy finitos, que se enredan y tiene bordada una jarra con una palangana color lila muy clarito. La bordó mi abuela cuando se iba a casar; seguro que no la usó nunca.
Eran objetos del mundo femenino que daban la bienvenida a un hombre, que se comprometía para siempre en una familia por venir.
Tengo una colcha que tiene ciento veinte años y doscientos cuadraditos al crochet, que bordó la suegra de la tía de mi suegra, que se la regaló a ella, porque no tenía hijos.
No hace mucho, heredé unas sábanas amarillo patito que eran de mí tía; ella no las pudo estrenar porque anduvo de novio mucho tiempo, pero cuando se estaba por casar, a la pobre se le murió el novio y aunque después probó con algún otro, dice mi mamá que tenía mal carácter, entonces no se casó. Como el juego era de cama grande y no las iba a usar, y además la tía tiene casi 80 años, se las regaló a mi mamá. Yo les corté la funda, hice dos, porque antes se usaba una sola almohada larga.
Las sábanas que más quiero son las que eran de la tía Benedicta, que vino de España con mi abuelo.
Mi abuelo, a quien no conocí, era un hombre curtido y de fuerte carácter, había venido escapando de la pobreza y los lobos que se topaba en la montaña cuidando su rebaño. Así lo cuentan mis tías.
Llegó con una mano atrás y otra adelante y una hermana a cargo, que había dejado un novio en Lugo, con la promesa de que él vendría al tiempo.
Para esperarlo, la tía se puso a bordar un juego de sábanas.
La espera se ve que duró más de la cuenta, entonces mi abuelo decidió que mi tía debía casarse con algún otro hombre. Y así fue.
Mi tía consideró que las sábanas que había bordado para achicar la espera, no podían ser usadas con ese extraño con quien la estaban casando ahora. Las guardó durante muchos años y un día se las regaló a mi abuela y mi abuela se las regaló a mi mamá y mi mamá me las regaló a mí.
Son blancas, bordadas de color rosa clarito por sus manos, que hilaban el vacío.
Mi mamá me cuenta, que le contaba mi abuela que si no hubiese estado embarazada, la tía Benedicta se hubiese ido con su amor español cuando finalmente vino por ella.
Cada bordado tiene una historia que se narra cada vez que una madre se la regala a su hija, son como novelas contadas en pedacitos de tela.
Son ilusiones y también son vidas diferentes a los sueños que pensaban iban a amparar con las sábanas.
Y ahí estoy, a la hora de la siesta en la cama grande, donde mi mamá desdobla los bordes duros del almidón de las sábanas que guardaban los cajones y que ahora me toca a mí tenerlas, de mano en mano, de madre a hija, de una mujer a otra.
Yo las guardo. Y te lo cuento a vos.

viernes, 22 de junio de 2012

Dedos de Barro

Poema incluido en el texto (a)Maternidad escrito para la Revista Soy Mujer de España www.revistasoymujer.eu 


Me donaste silencios que fui escuchando.

Ingratas lunas que se fueron girando,

que me plantaron

Rencores. Amor. Paz. Sueños. Dones.

Lo bueno y lo malo.

Me donaste tanto.

Bienvenida sos con tus misterios. Esquiva.

Puro encanto solo por el hecho de descifrar tus maldades solo por un rato.

A veces me atrapás con tus dedos de barro

y disimulada un día me soltás despacio.

Traidora.

Dedos de barro.

Vida mía. Igual, puro encanto.


domingo, 10 de junio de 2012

Historial aleatorio de las sesiones de Sara, el pensamiento de Sara y el psicoanalista. Segunda sesión.

S: Me siento rara.
P: ¿Cuál es la novedad?
S: Que hoy me siento más rara.
P: ¿Debido a?
Pensamiento de Sara: qué costumbre de sembrar intriga.
S: Debido a que el médico me explicó cómo es una ovodonación. (Subiendo y acelerando el tono de voz)
P: ¿Cómo es?
S: Para sintetizar, como un bebé con dos madres. Lo más parecido que puede tener a mí,
    y con suerte, es el grupo sanguíneo.
P: Tal vez sea lo más importante: la sangre que corre por las venas.
S: ¿Le parece?

Pensamiento de Sara: es un poeta.
P: Claro Sara; me parece algo maravilloso.
S: Gracias. Ud. me la devuelve cambiada.
P: Yo la interpreto; ni le devuelvo ni le cambio nada.
S: Como más le guste.

Pensamiento de Sara: qué rebuscado; me la devuelve cambiada.
P: ¿Entonces?
S: Entonces que me quedé pensando, que antes no se dudaba de la madre, sino que se podía dudar del padre. Con esto de la ovodonación la cosa cambia. ¡¡Es un avance de la mujer, ¿o no?!!
P: Qué interesante lo que dice. ¿No pensó en la militancia?
Pensamiento de Sara: está en todo.
P: Hasta la próxima. Reflexione.
S: Gracias; igualmente.

viernes, 25 de mayo de 2012

XXIX Consejos para una pareja que busca hij@s y/o no puede tenerl@s*

*Nota del título: que l@s busca y no l@s tiene. Que l@s quiere y no l@s tiene. Que no l@s busca
 pero
l@s quiere y no l@s tiene. Que no l@s tiene y ya no l@s busca más.

1 - Aceptar desafíos.
2 - No rezar si no es creyente.
3 - Se desaconseja la permanente interconsulta médica.
4 - Pactar con el médico que todos los estudios diagnósticos se soliciten en simultáneo.
5 - En relación al consejo Nº 4: para evitar sobresaturación burocrática y corporal.  
6 - No hacer pactos con el diablo.
7 - Adherir a la creencia popular que las cosas por algo pasan.
8 - A raíz del consejo Nº 7: entender que si no pasa lo que está buscando es porque va a pasar otra cosa en su lugar.
9 - A raíz del consejo Nº 8: buscar lo que pasa en su lugar.
10 - Tener una actitud contemplativa en relación a la vida y esperar señales.
11 - No ser ansios@.
12 - No suspender la vida para buscar hijos.
13 - A raíz del consejo Nº 12: la vida pasa.
14 - A raíz del consejo Nº 13: y usted debe darse cuenta.
15 - Si se compra un perro no lo trate como a un hijo.
16 - A raíz del consejo Nº 15: el perro es perro.
17 - A raíz del consejo Nº 16: ámelo. Pero es perro. No lo disfrace.
18 - No llore más de lo necesario.
19 - Ríase. Si es necesario de usted mism@.
20 - Rehúsese a responder preguntas al respecto si no tiene ganas de responder.
21 - A raíz del consejo Nº 20: piense que usted no anda preguntando sobre intimidades de
otr@s que tampoco tienen ganas de responder.
22 - Busque por las dudas una Ley alternativa a la Ley de la Vida: nacer reproducirse y morir.
23 - En relación al consejo Nº 22: invéntese una Ley de la Vida a su medida.
24 - En relación al consejo Nº 23: su Ley de Vida podría ser Nacer. No se reproduce pero tampoco se muere.
25 - En el Día de la Madre no mire TV. Todo le va a resultar un bajón.
26 - En relación al consejo Nº 25: en el Día del Padre supongo que tampoco.
27 - Sonría que lo estamos mirando.  
28 - No se deje intimidar por los estereotipos de la felicidad.
29 - Otra vida es posible. Sea feliz.

lunes, 14 de mayo de 2012

El Círculo

ERRECONERREGUITARRAERRECONERRECARRILRUEDAQUERRUEDAQUERUEDALARRUEDAQUENOTIENEFIN

En el principio la ilusión
En el medio la desilusión
En el fin la tristeza

En el principio la ilusión
En el medio la desilusión y la tristeza
En el fin el dolor

En el principio el miedo
En el medio la angustia de la espera
En el fin la desilusión

En el principio la desilusión
En el medio la esperanza
En el fin la verdad

En el principio la verdad
En el medio el sueño de un milagro
En el fin la nada

En el principio la nada
En el medio la ilusión
En el fin el sinfín del círculo

                                               que rueda sin agotarse y otra vez va de vuelta al principio con la ilusión.

A continuación se detalla el aprendizaje psico-emocional de la poesía:
1 - Lo circular es una trampa mortal.
2 - Consejo: es saludable abandonar el pensamiento ovillo (cuando te vas enredando con el ovillo hay riesgo de asfixia)
3 - Moraleja: no le pidamos peras al olmo.
4 - Expectativa al saltar el círculo: ser feliz.

ERRECONERREQUITARRAERRECONERRECARRILRUEDAQUERUEDAQUERUEDALARUEDAPARASERFELIZ

lunes, 7 de mayo de 2012

Historial aleatorio de las sesiones de Sara, el pensamiento de Sara y el psicoanalista. Primera sesión

S: Me quedé pensando en la interpretación que me hizo la sesión pasada.
P: ¿Qué pensó Sara?
S: Que usted ya no sabe qué decirme, entonces me dice que yo lo decidí.
P: Ese es su problema; no confía en nadie, no se somete a mi palabra.
S: Usted es injusto porque yo me someto a todos ustedes; es decir a usted y a todos los médicos que tengo que recorrer y al final no obtengo ningún resultado.
P: Sara, hace ya un tiempo que abandonó el tratamiento médico, ¿no le parece que si lo retoma la ayudaría?
S: ¿Pero no me dijo que yo lo había decidido? No lo entiendo. ¿Tengo que ir al médico o tengo que hacerme cargo de mi deseo?  Usted me vuelve loca!!
P: ¿Quiere decir que está enamorada de mi?
S: ¡¡No, no!! Que me dice una cosa y la otra al mismo tiempo.
P: Piénselo para la próxima; esto es una resistencia al análisis. Nos vemos la próxima.
Pensamiento de Sara: Este tipo sigue con estas cosas y yo ya estoy con las agujas biológicas que van por el intestino grueso!

lunes, 23 de abril de 2012

Desencuentro

Mi ojo es interceptado por hogares a cielo abierto de chicos atemporales con caras paspadas y mocos colgando; serán iletrados con padres que se olvidaron si alguna vez fue distinto.
Miradas que esperan nada, tan opacas como el pelo que el sol fue tiñendo de rubio amarillo y que, en la vereda, empapan a baldazos divertidos en bañeras que fueron tarros de pintura.
En el rojo del semáforo una mujer encara la calle con un bebé en brazos, muestra su cara  -que no sabe llorar-  y abre la mano para ver si una estrella cae del cielo; los que ya saben caminar son escoltas que obedecen a la mirada torva de la mujer.
Serán sus hijos. Y ella será su madre.
Los espío y repaso mis contradicciones.
Me conmuevo y me digo que no me  importa conmoverme; miro esos pies que en contacto con el pavimento desarrollaron mecanismos de defensa con la mugre que juntan día a día y vuelvo a interceptarme en mi propia mugre muy pequeño burguesa.
En el subte, una chica embarazada con un bebé en brazos, emite sonidos poco articulados y siento lástima por ella, y es lo que necesita para vender su estampita; la chica siente que el mundo le debe (y tiene razón) y yo siento que la vida está en deuda conmigo (y tengo razón).
Vuelve mi ojo a mi corazón y lo descubro enojado; y vuelve mi ojo a la foto dura que grabó su retina de la chica embarazada con el bebé, y me convenzo de que no tendría que someterme a su mirada lastimera porque en el fondo le reprocho que no tiene derecho a pedirme nada, que yo también sufro y ella con tanta liviandad me da la estampita.
Mis mecanismos represivos actúan como los de cualquier bien pensante y reprimen el sentimiento de injusticia que me genera que la chica no pueda cuidar de nada a estos nenes y sin embargo están ahí, en ronda. Aunque en seguidita los vuelva viejos.
Y los míos siguen estando ausentes.
Ya en la escalera del subte, cientos de pies se chocan y pisan al lado de tres caras de no más de 8 años, que duermen agotadas entre cartones. Nadie se detiene. Los chicos no se despiertan.
Estos chicos víctimas, hijos de abusados y abusadores del tiempo del juego, testigos mudos del desparpajo enriquecido de los habladores, instrumentos de trabajo de padres y madres que los exponen al desprecio y a la lástima, siempre fueron grandes.
Otra vez en La Paz ya no hay dos chicos que venden rosas, hay una nena que no me da tiempo a buscar una moneda y me apura con el gesto de la mano sobre la mesa, mientras su mirada temerosa  llega hasta la calle.
Es una lástima, vos y yo nos desencontramos.

martes, 17 de abril de 2012

La mirada del Otro

Hay preguntas que se hacen bajando el tono de voz, como secretos.
Voces susurradas.
La pregunta curiosa y la urgente justificación al tener que responder que no esperábamos nada (es una forma de decir que no esperábamos nada).
Me avergüenza cuando pienso mi respuesta avergonzada por no poder tener hijos; ahí es cuando al mejor estilo de una paradoja, se me presentaba una situación embarazosa: que embaraza e incomoda.
Qué ironía, me embarazaba la pregunta por mi no embarazo.
¿Cuál será la pregunta detrás de la universal pregunta acerca de los hijos?
¿Será para decir algo?
¿Será que no se sabe qué decir?
¿O será que es lo único que importa?
Alguien de determinada edad que no tiene hijos, es un raro; ya me di cuenta.
Mi respuesta es un vacío decepcionante para mi interlocutor que encarna en su pregunta la reproducción social y también de la especie, la perpetuidad de una familia, la recirculación de un apellido, la réplica narcisista de nosotros mismos, la ilusión de la inmortalidad.
Todo esto está en la memoria ancestral  y es con lo que nos enfrentamos las personas que no damos frutos; es como una vida anti natura y ahí nos las tenemos que ver sólo con nosotr@s  mism@s.
Parir sin parto.
Ser estéril en la reproducción biológica, que es una de las tantas cosas que soy, me posiciona en un lugar del diferente, ser marcada y mirada desde un lugar de falta (psicoanalítica) y de vacío filosófico en relación al sentido de la vida.
El sinsentido entonces que tiene mi vida, es sancionado con una clasificación inquisitoria que contiene sólo dos tipos de miradas, una tensa y otra condescendiente.
La tensión que sobrevuela el silencio cuando no se sabe qué decir.
Un día iba en un taxi y el taxista para evitar el silencio: 
T- ¿Tenés hijos?
Y-  No, no tengo (respuesta sin aclaración y silencio).
T-  Ah, (silencio) ………………… (silencio). Pero sos joven, ya vas a tener, ya van a venir (sobrentendiendo que hay un deseo de mi parte y de todos los mortales de tener hijos)
Y-  No puedo tener hijos.
T- (milésima de segundo de silencio tenso) Disculpame.
Y - No hay problema.
T-  (Silencio) Vos sabés que hay muchos tratamientos, yo conozco…
Y-  Ya sé; ya hice muchos tratamientos.
T-   Pero a lo mejor si probás de nuevo.
Y-   No voy a probar de nuevo.
T-   (Silencio … angustia del taxista). Disculpame, yo te largué esto ahora me siento mal.
Y-   No te hagas problema.
T-  Disculpame.
En esta situación (donde cancelé la conversación haciéndome cargo de la angustia del taxista), están claramente expuestas la tensión y la lástima como modo de interactuar con el siguiente enunciado universal: sos mortal, todos los mortales tienen hijos, vos vas a tener hijos.
Es así. No hay reflexión acerca de esto; si no los tenés genera tensión y lástima.
A pesar de los esfuerzos que sé que hacen, jamás hay una mirada natural y liviana; siempre es fingida y sobreactuada, que me ubica en un tópico de marginalidad en relación al imaginario social, a la mirada penetrante del Otro.
Ese Otro que en el espejo me juzga y hace que yo me juzgue.
Equiparo la esterilidad con la menopausia, igualadas por hacer de una mujer, una mujer desechable en el sentido más terrible de esta palabra, una mujer que no es o que dejó de ser fértil. ¿Acaso es/soy una mujer que no sirve?  
Significantes que forman parte del repertorio de insultos hacia las mujeres: frígida, neurótica, histérica (de útero),  menopáusica, estéril.
A pesar del lenguaje, de que somos sujetos del lenguaje, del mundo simbólico y todo el paradigma psicoanalítico, estamos condenados por el mundo biológico, que  escapa y queda por fuera de la posibilidad de simbolización.
Cada día estoy más convencida de que nacemos y morimos sólo por una ley biológica que es nacer, reproducirse y morir, que más allá de que alguien decida no tener hijos, siempre es una decisión, una reflexión acerca de no tenerlos, como si se buscaran justificaciones para salirse en todo caso de esa ley.
Siento que soy una mujer que envejeció de golpe manteniendo una rara relación con el tiempo, como si de un tirón pasé de una etapa evolutiva a otra siguiente; pero esa otra siguiente era un cuarto de siglo después y me acercó mucho más a la idea de la finitud de la vida.
Quedé encerrada en un gran paréntesis dando vueltas sobre mí misma; como una idea de extremos, adolescente eterna y envejecida joven.
Con estas dos ideas tan polarizadas convivo.
Tendría que estar ocupándome de otras cosas y sólo reflexiono sobre mí misma.
Intento responder desvergonzada cuando me preguntan si tengo hijos que no, sin la inmediata necesidad de explicar por qué.
¿Por qué no? porque sí.
Porque así fue.

lunes, 9 de abril de 2012

Diccionario Lúdico (3)


CIGÜEÑA: femenino. Alado animal. Dueña de los bebés. Que te los trae. Si se le antoja.

APATER: del latín pater, padre (a) afijo de negación. Def. hombre sin hijos
Sin descendencia, que no desciende, sólo asciende. Que sube.

RELOJ BIOLÓGICO: reloj machista que inventó Dios porque es hombre.

ESTERILIDAD: de estéril. Sin frutos.
Dolencia que puede aquejar a la hembra o macho de cualquier especie. En los humanos su presencia aparece acompañada por sintomatología psicológica/espiritual, incluyendo crisis filosóficas/místicas acerca del sentido de la vida y del matrimonio.
 
TRATAMIENTO PARA BUSCAR EMBARAZO: proceso aparentemente finito donde las causas de la esterilidad están en permanente búsqueda y nunca se las encuentra; siempre son otras.
Los estudios diagnósticos se solicitan de a uno con un criterio no invasivo, estimándose entonces entre unos 4 o 5 años para ir encontrando o descartando las causas de la dolencia.
Puede dejar secuelas mentales.

INSEMINACIÓN ARTIFICIAL: método artificial para la procreación. Proceso ideal de gestación que debiera ser adoptado por la Iglesia para recomendar a sus feligreses, dado que no intervienen cuerpos alterados ni deseosos.


lunes, 2 de abril de 2012

El vientre errante de Platón

Decía Platón que el vientre femenino debe ser fecundado en un determinado momento, que si pasado el cuarto de hora esto no ocurre, danza el vientre loco y errante por nuestro cuerpo, y no sé bien qué pasa, si nos volvemos locas (porque se nos sube el vientre a la cabeza), si enloquecemos al otro, o si es sólo el vientre el que enloquece sin afectar nuestra integridad psíquica.
Era como un animal enojado decía, qué ocurrencia la de Platón.
¿Pero cómo es que un vientre puede enloquecer si no tiene aparato psíquico? La condición mínima para que exista la locura es la presencia de una mente o algo parecido; tampoco me voy a poner tan exigente.
Para ser precisa lo busqué en el diccionario y me enteré que errante es el que anda de una parte a otra sin tener asiento fijo. Viene de errar, andar vagando de una parte a otra. Extraviarse. Vagabundo.
Este abanico de significaciones me confunde y atemoriza. Pensar que si fuera el caso de que el vientre es el que anda por ahí adentro errando, y efectivamente Platón tenía razón y conlleva en sí mismo la capacidad de enloquecer, podría eventualmente atacarme o dañarme; porque en realidad el motivo de su enojo es que no fue fecundado. ¿Y quién sería la responsable de esa infecundidad? Yo. Entonces sólo quiere vengarse.
Sin embargo, no hay mucho que pueda hacer con esto. Podría hablarle para calmarlo -pero no sé si escucha-. Echarlo no puedo, porque no creo poder vivir sin vientre; palabra que también busqué en el diccionario para ver qué quiere decir, y surge un problema, porque es la cavidad del cuerpo de los animales vertebrados, en las que se contienen los órganos principales del aparato digestivo y del genitourinario.
Reconfirmo así que tengo que convivir con lo bueno y lo malo de este vientre loco, porque necesito de sus otras funciones. No puedo enojarme yo también y echarlo. Necesito de él.
Cada vez que lo pienso me pongo más paranoica, porque vamos a suponer que no está loco, que sólo es un vagabundo que se extravía, ¿qué pasa si se pierde? Si entra a dar vueltas a mucha velocidad y resulta ser que no logra encontrar el lugar al que pertenece, ¿se alterarán mis funciones vitales? ¿Habrá que medicarlo para calmarlo un poco? ¿Tendrán que operarme para dejarlo quieto?
Mi única esperanza es que Platón se haya equivocado.
A esta altura, hasta prefiero que la opción sea la primera; es decir que me suba el vientre a la cabeza y altere mi aparato psíquico; por lo menos se sabe con lo que hay que luchar. En todo caso podré quedar como una mujer errante y extraviada, que mucha gracia no me da, pero por lo menos es un problema que la ciencia puede abordar.
Y ahora que lo pienso me doy cuenta, además, de que esta mujer no fecundada (por ejemplo yo) no es una mujer que en el caso de enloquecer lo hace de un modo romántico para salvarse, sino que es una loca enojada; es un vientre que no vaga por el cuerpo penando y de duelo, sino que se extravía enojado y peligroso.
Si afino el pensamiento caigo en la cuenta de que tanto una mujer no fecundada, como así también su vientre no fecundado, se vuelven ambos peligrosos. El uno o la otra, o los dos. Qué idea machista y discriminadora.
¿Por qué Platón me hace esto? Pienso en Platón y en mí. Qué osada, Platón y yo; debe ser que lo asocié con Platero y Yo.
Qué tierno.

domingo, 25 de marzo de 2012

Tríada: el hijo, el árbol, el libro.

                                            
Tres elecciones para la inmortalidad

Opción 1  
Un hijo depende de la voluntad, de la naturaleza y de la suerte no sólo de tenerlo sino también de cómo te salga.
HIJO = VOLUNTAD + NATURALEZA + SUERTE

Opción 2
Un árbol depende de la voluntad de plantarlo, de regarlo, de cuidarlo, es decir voluntad y naturaleza.
ÁRBOL = VOLUNTAD + NATURALEZA

Opción 3
Un libro depende de la voluntad, de la constancia, de las ganas de escribirlo.
En definitiva es lo más fácil; porque si es bueno o malo, es otro tema; vos podés escribirlo igual.
Querés darte un gusto y te lo das. Querés libro, ahí lo tenés.
LIBRO = VOLUNTAD 

Mi opción es esta última, no porque sea escritora ni mucho menos, sino porque en alguna categoría de inmortalidad tenía que entrar.
No puedo partir sin dejar algún tipo de legado, sin que algo de mí ande por ahí.
Así fue como llegué a la decisión de transcribir mi verborragia, para no ser menos.
La maternidad me fue negada por la Madre Naturaleza, por el mismísimo dios y por la puta desgracia. La negación de que alguien me diga mamá.
La opción del árbol, qué sé yo, no me cierra; como poder puedo plantar un árbol, pero ¿quién lo plantó? Es impersonal. No tiene árbol genealógico como los niños, ni autoría como los libros.
¿Cuál sería la gracia de plantar un árbol? Que sumamos sabia y oxígeno, pero no se diferencia de otros idénticos árboles.
Pero en el fondo lo que más y más queremos es abonar nuestro narcisismo. Lo que en labios de una madre se refleja en los atributos físicopsicointelctoemocionales de su hij@ que l@ diferencian del resto de los mortales. Del mismo modo que cualquiera que escribe un libro cree que se trata de una verdad divina y que el mundo no puede seguir viviendo sin tal revelación; aunque basta con ir a cualquier librería para mínimamente sospechar que todo ya fue escrito.
En fin, el tiempo es quien decide que ese pequeño bebé rozagante se sumó a una tribu urbana y anda de cadenas negras y cara de pocos amigos a las 12 del mediodía; o ese libro cuya impresión dio tanta felicidad a su autor, termina a los 15 días por dos pesos en la batea de usados.
Las expectativas alcanzadas por ese hijo y las expectativas alcanzadas por ese libro, serán directamente proporcionales a los narcisismos heridos o inflados de sus respectivos dueños.
Por lo pronto y mientras tanto, como si hay algo que me caracteriza es una enorme fuerza de voluntad - que de eso se trataba- acá está mi libro.
Es lo que me he tomado el atrevimiento de encontrar.

lunes, 19 de marzo de 2012

Diccionario Lúdico (2)

FAMILIA: miembros de una comunidad unidos por lazos de parentesco.

Familia tipo: dícese de aquellas familias formadas por padre, madre e hijos.

Familia numerosa: dícese de aquellas familias cuyo número supera la media docena de miembros. Que son muchos.

Familia ensamblada: dícese de aquellas familias formadas por madre y padre de otros hijos que ahora entran en relaciones de parentesco con estos nuevos hijos y que todos juntos se ensamblan o enmarañan en una gran familia.

Familia moderna: dícese de familias alternativas con padre padre e hijos o madre madre e hijos.

Familia unipersonal: dícese de tip@s sol@s. Que son parientes de sí mismos.

Familia unipersonal con mascotas: dícese de aquellas personas que se emparentan con perros o gatos cuyo tratamiento y amor los convierte en parientes, sobre todo en aquellos casos en que el humano habla y el animal contesta.

Familia sin hijos: dícese de la unión de dos personas que al no tener hijos pasan la vida sin bonete ni foto de cumpleaños.

martes, 13 de marzo de 2012

El cura sanador

Continuaron días de cuestionamientos profundos. Me quiero divorciar porque no quiero que Él se vea impedido de descendencia por mi culpa bla bla bla bla. Al rato me quiero hacer misionera o algo parecido en el África, y así ayudar a otros y darle un gran sentido humanitario a mi vida. ¿En qué podría ayudarlos? Quiero irme a vivir a otro país. ¿A qué? Quiero dedicarme a una vida de meditación. ¿ Eeeeh? Y así desde hace mucho tiempo, día por medio: quiero.
Me doy cuenta de que me distraigo de mi misma. Todos nos distraemos con algo, tenemos fantasías que no importa si se cumplen, pero son una compañía, y las llevamos puestas con la ilusión del porvenir, así pasamos lo antes posible el próximo minuto cuando creemos que no lo vamos a soportar.
Y llegaron los días de la Fe. En esta peregrinación hacia el embarazo me han regalado estampitas de la Virgen María, de la Desatanudos, de San Ramón, de San Expedito, acompañadas de fanáticas explicaciones sobre sus poderes milagrosos.
Me avisaron que los milagros son el fruto de la Fe. Pero me pasa lo mismo que con lo del pensar: pienso que no pienso; y en este caso tengo Fe de que voy a tener la Fe que nunca tuve. Además el Señor actúa de formas misteriosas, y encima se maneja con los tiempos de la eternidad; semejante verdad revelada por las escrituras, combinada con mi ansiedad, siempre terminó con estampitas en el fondo de un cajón en cada crisis mística.  
No faltaron momentos de ruego y plegaria. He rezado en casa, de mañana, de noche. He orado en catedrales, iglesias de barrio; he hecho promesas ante vírgenes y santos; todo con rotundos fracasos.
Él dice que no vale cómo lo hago, que rezo sólo por interés. Me hace notar que rezo sólo en días muy puntuales, que las promesas implican un sacrificio moderado y si aceptamos que el Señor todo lo ve, difícilmente pueda hacer la vista tan gorda como para favorecerme con algún milagro. Y clausurando esta argumentación casi herética, me recuerda que en mejor situación deben estar los que practican más seguido. No se por qué a mi no me funciona, si al final  sospecho que todo el mundo reza por interés.
Lo que me parece que pasa es que nada está en el momento oportuno. Por ejemplo, si necesitás un milagro, seguro que te dan una patada en el culo; si querés un hijo te realizás profesionalmente;  y si tenés el hijo, te pasás la vida pensando por qué dejaste de ser bailarina para criarlo.
Y así es todo, creer o reventar: toda la vida hinchando las pelotas con el Deseo.  
Retomando el hilo místico, los santos tenían razón en no escuchar mis peticiones porque no creía mucho en ellos. Yo también los traicioné apostando a nuevas opciones que no dependieran tanto del creyente, sino del que impartiera la Fe; así, un día me aventuré a la experiencia carismática.
No encontraba mi lugar en ningún lado, venía en baja con la otra iglesia, el psicoanálisis, el ginecólogo, el endocrinólogo y  las inseminaciones, pero de todas formas quería darle una oportunidad a la Fe.
Otra vez me esforcé, siempre así, siempre voluntad y seguir. Esta voluntad y el viejo dicho que el fin justifica los medios, me hicieron llegar hasta el sanador; me convencieron de asistir a un encuentro de Fe.
Embriagada con la ilusión de un milagroso pase mágico, una madrugada de invierno salimos con mi mamá y mis tías viejas.
Todo está muy bien aceitado: el carismático y sus seguidores, el del merchandaisin de las estampitas y el buscavidas que se compró una combi en cuotas y la paga con viajes a los curas sanadores, a las termas de Río Hondo, a los bailes de la zona y al bingo.
Durante las tres horas de viaje estuvo todo bien. A las ocho y media llegamos al lugar; al estacionar ya me había arrepentido, esas aglomeraciones donde hay que hacer cola para todo me ponen de mal humor, me fastidian. Además no había ni Templo ni sanador. ¿Cómo decirles? Era un club o una sociedad de fomento de un pueblo muy chiquito, lindo (de lo más lindo).
El carismático cayó cerca del mediodía. 
A media mañana, para acallar el murmullo creciente de los feligreses, un señor subió al escenario, tomó el micrófono y se presentó como de la comisión directiva, y ahí, de movida planteó un conflicto entre un adentro y un afuera.
Sucedía lo siguiente: los de adentro, es decir los de la comisión directiva, se erigían en los verdaderos artífices de llevar al sanador al pueblo, por lo tanto, como exclusivos patrocinantes de la movida, eran los únicos autorizados a vender imágenes, estampitas, gaseosas, bebidas, sánguches, vales sanitarios y cualquier otro servicio remunerado.
Los de afuera eran unos oportunistas que hacían su vil negocio montando en la vereda puestos ilegales, y encima una competencia desleal al tener precios más baratos. 
Quedamos de este modo persuadidas de las ventajas de comerciar con los de adentro.
El gentío se aglomeraba en un repentino y floreciente bufet-santería, con la loca idea de que Dios mira con buenos ojos la bondadosa pleitesía de quienes más compran.
Tratamos de ocupar un lugar cercano al escenario, para que el efecto sanador se  potenciara.
La llegada del cura fue un momento de mucho alboroto, unos lo querían tocar, otros lloraban, en un clima que podría definirse como de mucha algarabía.
El carismático resultó ser un excelente coordinador grupal. Conocía los piolines de los títeres. Lograba sumirnos en sugestivos silencios hasta enardecer gargantas al son de los cánticos.
También habíamos llevado un pilón de fotos de parientes y amigos, con el encargo de bendiciones ya que, según se comentaba, con las imágenes era suficiente para obtener sanación o simple suerte. Al compás de una banda que musicalizaba la ceremonia, nos pasamos cuatro horas barajando y elevando fotos para pedir por el que estaba enfermo, el que necesitaba trabajo, o las que buscábamos embarazos.
Había una docena de hombres apostados entre la gente y el escenario que, cumpliendo el rol de verdaderas colchonetas humanas, atajaban a los que se desvanecían tras recibir el poder de la imposición de manos del cura.
Por mi parte, canté como el resto (todavía no sé si se hacían como yo, o eran), hasta que al fin, llegó el momento de que el carismático me bendijera; hicimos la fila que ordenaba a los necesitados, pero cuando llegó mi turno, una nueva frustración: no me desmayé.
En realidad, yo no creía en toda esa ceremonia, en toda esa gente que, para mí, no eran más que personas desbordadas por el dolor y la desesperación, además de sugestionadas por el cura; sin embargo, debo reconocer que en el fondo de mi corazón tenía una tibia ilusión de que en verdad pudiera existir la magia. Yo también quería sugestionarme, pero sabía que no iba a poder.
Creo que un factor que me jugó en contra fue haber ido en compañía de mis tías ya mayores, estuve demasiado preocupada de que se quebraran al desmayarse y semejante cuadro impidió que me relajara lo suficiente, permanecí muy alerta.
Hubo de todo; algunos quedaron tirados ahí adelante; una chica entró en trance o tuvo un ataque de epilepsia no sé, muchos pasaban y le susurraban algo, otros le tocaban la cabeza, la verdad que me asusté bastante.
Un pasaje de la ceremonia estuvo dedicado a la ayuda para la fecundidad, era mi momento; de todos modos no me convenció la técnica grupal adoptada que consistía en un role playing. Me dio un poco de pudor, nos invitaban a pasar al frente y se convidaba a los hombres presentes a hacer de padres. Me resultó un poco fuerte y prefería quedarme ahí, espectadora.
En medio de todo este fragor místico, el cura intentó subir al escenario, no sé a qué, y el pobre tipo tropieza en la escalera y queda planchado. Qué paradoja, porque él que venía diciendo, desde hacía largas horas, que la fe cura y todo eso, lo primero que hicieron fue llamar a la ambulancia. Hicieron bien.
Ya cansada de estar todo el día gritando como una loca, lo único que quería era volver a mi casa.
Pese a que mi compromiso con el cura sanador no fue total, hasta mi próximo ciclo se abrían nuevas esperanzas; quién te dice que a lo mejor se producía el milagro. Pero no.
Esto tampoco fue.

jueves, 8 de marzo de 2012

Diccionario Lúdico


AMATER: del latín Mater: madre. (a) afijo de negación.
Def. mujer sin hijos. Dícese de aquellas mujeres que, al no tener prole, deambulan.

MADRE: del latín Mater. Def. mujer con hijos.
Dícese de aquellas mujeres que, al tener prole, se agotan.

domingo, 4 de marzo de 2012

Dos Lunas. Relato Infantil

Hace tiempo, tanto que no se puede contar, había en el cielo dos lunas, la nuestra y otra chiquita. Estaban unidas por un hilo de plata.
A veces el hilo se estiraba y ellas quedaban tan lejos que parecía que iban a cortarlo,  y otras, cuando el viento las juntaba, se pegaban y parecía que la luna grande tenía un chichón.
Dicen que en la luna chiquita vivían todos los chicos, que fue ahí  donde estuvieron siempre antes de venir para acá, y cuando había personas que querían ser papás y mamás, le escribían una carta a la cigüeña pidiéndole un bebé porque era la única que podía volar tan alto y traer a los nenes de la lunita.
Hay algunos papás que querían dos, entonces la cigüeña les traía mellizos; aunque parece ser que los primeros mellizos que vinieron fue porque los chicos hicieron una travesura y lograron sortear los controles de viaje de la cigüeña, que no se dio cuenta que venían los dos enredados en un solo pañal.    
Un día, uno de los  nenes extrañaba tanto su vida en la lunita, que  aprovechó uno de los viajes de la cigüeña  y viajó de colado.
Así fue cuando al llegar a la lunita, les contó a todos los chicos, lo que pasaba acá si les tocaban padres aburridos.
La noticia causó gran alboroto y el griterío fue tremendo.
Estaban asustados, entraron en pánico ante la posibilidad de perder todos sus derechos, porque allá se divertían todo el tiempo, si se olvidaban de algo nadie los retaba porque total estaban en la luna, los días pasaban llenos de aventuras  divertidas, a veces se trepaban por el hilo de plata y se iban a la otra luna donde descubrían nuevos escondites y agujeros para jugar a la escondida y se cansaban todo el día de hacer la caminata lunar.
Los días de eclipse eran una fiesta, se reían sin parar buscándose en la oscuridad y adivinando quien era quien.
Tenían mucho que perder, por eso fue tal el revuelo por la noticia.
Debían pensar muy seriamente qué hacer porque sabían que esta decisión  les cambiaría la vida para siempre.
Quedaron atrás esas ideas que acá era más divertido que en la lunita, nunca habían tenido noticias de que las mamás y los papás mandaban a dormir a los nenes, tampoco que tenían que ir a la escuela, ni que cuando no eran más chiquitos se les olvidaba la risa. Ni que los eclipses se veían tan lejos.
Con todo esto, cuando pararon de gritar y llorar decidieron hacer una gran reunión donde todos opinaron acerca de lo que convenía hacer.
Algunos decían que tenían que seguir como siempre esperando que viniera la cigüeña, y otros, pensaron que era muy arriesgado hacer el viaje, que tal vez nunca más podrían jugar o reírse tanto.
Entonces, por primera vez no se pusieron de acuerdo y se hicieron dos grupos: los obedientes a la cigüeña  y los desobedientes.
Los desobedientes dijeron que ellos de la lunita no se irían y que además, se iban a esconder para siempre para que la cigüeña no los encontrara;  entonces fue cuando los obedientes  se fueron por el hilo a la luna grande  para que la cigüeña pudiera encontrarlos.
Cuando el último de los obedientes terminó de cruzar el hilo, el más desobediente de todos lo cortó y la lunita se fue alejando hasta perderse entre las estrellas.
Dicen desde entonces, que los luceros brillan tanto, porque son los chicos desobedientes que no quisieron venir y que andan saltando de una estrella a otra, alumbrándonos con su luz.





lunes, 27 de febrero de 2012

En el diván

El psicoanalista me preguntó:
- ¿Cuándo decidió no tener hijos?
- ¿Que yo decidí no tener hijos? Qué sé yo... si lo hubiese sabido, habría economizado, en el sentido más literal de la palabra.
Me descolocó con este mazazo. Mi psicoanalista es así, maneja magistralmente el arte de la descolocación.
¿Cómo llegó a esta interpretación? ¿Será que soy una post moderna? ¿Una mujer que trasciende su ser a través de la exploración de la conciencia o de la inconsciencia? 
Ante semejante intervención no pude menos que poner una cara a la altura de las circunstancias porque -siempre siguiendo a Freud- si podía volver a ese momento, sería capaz de  desarmar el síntoma, y entonces sentí mucha culpa. ¿Por qué mi retorcida cabeza me había flagelado durante tanto tiempo?
¿No era más fácil decir que no quería?
En primer lugar pongo en duda la interpretación, pero se me arma lío, porque si ésta es correcta soy una mujer liberada del peso de querer y no poder; simplemente podría decir: yo lo decidí. Con gran creatividad esbozo una teoría y traigo a colación el problema de la natalidad en Europa. Me  quedo tranquila porque si en el primer mundo toman estas decisiones, acá en el culo del mundo vamos a seguir esta tendencia. Por acomplejados nomás.
Asunto resuelto, la interpretación dio en el clavo.
Sigo elaborando el material trabajado en la sesión y descubro que se me abren dos caminos altamente satisfactorios: por un lado saber que cumplo mi deseo de no querer ser madre; y por otro, en el caso de que ahora sí quiera tener hijos, no habrá dificultades porque ya fue interpretado correctamente el inconsciente, llegando así al nudo de la cosa. De ahora en más sólo resta obturar en mi mente la idea de un embarazo. El tan mentado no pensar.
Fueron días de sesiones felices. La interpretación caló en el Inconsciente con toda la perorata de la falta, el falo, la castración, la histeria y la mar en coche; entonces como ya fue interpretado y se hizo consciente lo inconsciente, el día menos pensado la vida me sorprendería.
Siguieron días de sesiones escépticas. Con interpretación y todo no pasa nada.
Esto no va.
El analista sigue en su mundo laberínticamente lacaniano e interpreta mi desolación como una etapa de Resistencia Negativa. Al estilo de los médicos que mandan pacientes impacientes a terapia, el psicoanalista me mandó a un médico.
Pongo bajo sospecha su interpretación: si él estuviese tan seguro, ¿me mandaría al médico? ¿Será que él no confía en él?
Retrocedo a un estado psi previo a la interpretación y entro en un trance casi melancólico: vuelvo a ser mi propia víctima, ya quedaron atrás aquellos aires liberadores de mujer que decide su propio destino.
Otra vez en el agujero negro. ¿Quiero y no quiero? ¿Puedo o no puedo?
Entro en pánico y todas las mujeres embarazadas de esta ciudad se complotan para caminar por la misma cuadra que yo, entonces lloro para mí y a veces envidio. Me siento culpable por sucumbir de a ratos a un pecado capital. 
La cabeza es un revoltijo.
Esto sigue sin ir.

domingo, 19 de febrero de 2012

Lo tuyo es psicológico

Siempre hay alguien que opina.
Todos aquellos que dotados de buena voluntad, y al tener además baja tolerancia al silencio, un día te largan: lo tuyo es psicológico.
- ¿Vos decís? ¿Qué significa que es psicológico?
- Bueno, que pensás mucho.
- Ah, ¿y cómo hago?
- Nada, no pensés
- Sí, pero ¿cómo hago?
- Pensá en otra cosa, olvidáte.
- ¿Y cómo hacés para olvidar?
Si fuera tan fácil: pienso que no pienso; luego olvido.
El problema de este razonamiento es que tengo que olvidar todo, dado que es prácticamente imposible discriminar un pensamiento conveniente de otro que no lo es.
Los pensamientos son ruidos internos incesantes, a veces como cables pelados, como un engrudo que penetra en la masa encefálica, que por momentos te aclara y por otros, habitualmente, te oscurece. Te retuercen el cerebro. 
El saber popular ha impuesto la idea de que si algo tiene origen psicológico resulta más fácil de curar; que no pensás y asunto resuelto.
En realidad es más complicado, porque todo lo que pienses puede ser usado, y hasta en tu propia contra.
En décadas anteriores se podía recurrir a una lobotomía, pero es una técnica demasiado invasiva con efectos secundarios irreversibles. Se me ocurre algo más ameno, como una cura de sueño. Durante el período de reposo y anulación mental,  alguien se encarga de embarazarte. Puede ser tu marido, un tubo de ensayo, una jeringa – versión inseminación, versión in vitro, versión ovo donación-  a gusto y según billetera.
Mientras tanto no pensás y, patatín patatán, a los 9 meses parís.
Todo fue posible porque anulaste el gran poder de tu pensamiento. Ahí nomás me pregunto, si tanto poder tiene, ¿por qué no lo usamos a nuestro favor? ¿Podemos ser tan retorcidos? Las cosas serían tan simples: un deseo, un pensamiento, un resultado y así.
Pero no, tenemos la puta costumbre de que, aun queriendo algo, lo enredamos.
De todos modos, comienzo el tratamiento psicológico autodidacta cuyo objetivo es suavizar el serrucho del pensamiento y versa de los pasos que a continuación se exponen:  
Paso Uno: búsqueda de estrategias para no pensar
Paso Dos: implementación de estrategia elegida; por ejemplo aprender a  bailar salsa o tango que está de moda; tomar clases de teatro o de inglés, que es de mayor utilidad.
Paso Tres: desconfío del éxito de esta estrategia, presiento que ando de acá para allá como una loca, llena de nuevas actividades.
Paso Cuatro: decido radicalizar la estrategia: pensar lo contrario. Es decir, si pienso que quiero y no quedo, ahora pienso al revés. Me digo que sería un inconveniente tener un hijo. Que mejor espere.
Paso Cinco: tengo una caterva de pensamientos y contra pensamientos; el contrapunto es tremendo, insostenible. Temo convertirme en una esquizofrénica
Paso Seis: me doy el alta en el tratamiento.
Embarcada en esta tarea estéril de pensar en no pensar, reparo en la conveniencia de una opción más  sistematizada: comenzar terapia. Pero cuando en las sesiones hable sobre mi esterilidad, voy a pensar más todavía y entonces el tratamiento podría resultar contraproducente y disparar el efecto rebote.
En realidad lo que me aconsejaron es que no piense nada de nada, ocuparme de otras cosas: comprarme un perro o un loro. Un loro me gusta, como habla mucho le ganaría a mi mente, que estaría todo el tiempo pensando en cómo hacer para callar al loro... pero ves que no puedo anular el pensamiento, ahora mismo estoy pensando que los animales traen enfermedades perniciosas para un hipotético embarazo. Ay dios! esta máquina que no para de pensar, que los gatos pueden contagiar toxoplasmosis y esto es muy peligroso, y que seguramente los loros también, no sé que cosa, algo que termina en osis.
Agotando estrategias para controlar la mente, o al menos distraerla, adopté un verdadero abordaje interdisciplinario. Pasé por: gimnasia modeladora, localizada, aeróbic, acuática, tenis, natación, caminatas.  
Esto fue lo que menos me resultó,  porque todo el tiempo estaba pensando que si quedaba embarazada y hacía movimientos abruptos, podía ser muy peligroso.
Llego a la conclusión de que los pensamientos no pueden ser anulados por propia voluntad, sino que debe recurrirse a la ayuda de un tercero que, por ejemplo, en el momento oportuno nos dé un buen susto o un simple garrotazo.
Yo no fui nunca de esas mujeres que a los veinte soñaban con hijos, la verdad que no. Por el contrario,  fui de esas que sí,  pero bajo ciertas condiciones, en otras tales circunstancias. Primero  buscaba el desarrollo profesional; la pregunta existencial; que si casarme que si no casarme; en fin, tanto pensar pavadas me agarraron dos décadas más dando vueltas.
Al final creo que tienen razón: lo mío debe ser psicológico.
Pedí turno con el psicoanalista.

domingo, 12 de febrero de 2012

Mi parte estéril

Yo soy Cecilia Martino. Un caso real, como cualquiera.
Soy mujer. Pero soy mujer sin hijos. Y además soy mujer estéril.
Así de fuerte como suena, así de fuerte me sonó a mí.
Sin embargo, creo en el mito del Ave Fénix. Y también creo en el gozo de narrar. Soy feliz contando.
Quiero hablar de la temible soledad que es la esterilidad. Y siendo además psicóloga, me doy cuenta, a partir de mí misma, de que hay mucho por decir.
Lo que se escucha, o escribe, acerca de no poder tener hijos es el relato repetitivo del proceso para llegar a tenerlos, frecuentemente de la boca de alguna psicóloga cuyo discurso teórico no es más que un montón de lugares comunes, obviedades y palabrebrío sensiblero de final de cuento feliz. O, en contados casos, la perorata de algún lacaniano en indescifrable y abstracta palabra.
No me olvido tampoco de los nuevos escritores espirituales. Ahora está lleno de ellos que siempre tienen algo para decir, palabras que se adecuan a todo tipo de sufrimiento, que sea lo que sea que pase, siempre dan bien. Es una palabra conciliadora.
Lo que yo quiero contar es otra cosa.
Es el mundo de mis contradicciones. Es una palabra tensa, tal vez incómoda.
Quiero contar lo indecible, no porque no haya palabras para nombrarlo sino porque de la esterilidad no se escribe a todas tintas. Son puros eufemismos.
No le tengo miedo a la exposición. No le tengo miedo a lo negro de mi corazón. Disfruto del humor negro. No son palabras de compasión. Ni de consuelo.
Son sentimientos en estado puro, visceral.
Desordenados.
Es un juego, una reinvención, una metáfora de una parte de mí, de mi parte estéril.