lunes, 22 de octubre de 2012

Sentimientos de una (a)mater

¿Cuál es mi sentimiento?
El de búsqueda permanente.
Primero te busqué a vos pero entendí que no querías venir; y cuando viniste te fuiste y volviste a venir y te volviste a ir.
Me quedé mirando la pared  blanca. Sorda y muda.
Esa búsqueda duró más de la cuenta.
Entonces empiezo con nuevas búsquedas, desordenadas y regresivas.
Intento buscar el juego ¿cómo hago para jugar ahora? porque cuando somos chicos  nos disfrazamos y viajamos en el tiempo; y ya está.
Siempre va a ser lindo cuando seas grande; y si jugás a la mamá y te aburrís, te sacás el almohadón de la panza y tuviste el bebé y si te cansaste de darle la mamadera, te vas a trabajar y trabajás de cajera y te buscás un sello viejo y se lo estampás a todas las boletas de los que vienen al banco; y si te cansás del banco, sos la maestra y ahí me pongo un guardapolvo viejo de mi mamá y reto a los chicos que no aprenden las tablas.
Si me canso cierro los ojos y vuelvo a la vereda  de mi barrio, es de noche y después que comimos una ensalada de frutas fresquita, todos los chicos de la cuadra salimos apurados a  jugar a la escondida. Es una noche de verano y hace un calor bárbaro y podemos escondernos en toda la manzana y si tenemos miedo porque está oscuro, las chicas nos escondemos de a dos. La piedra es en lo de Belich.
Si nos cansamos de la escondida jugamos al rin rage y le tocamos timbre a Papelito, que sale sordo y a los gritos porque ya sabe que somos nosotros.
Y si nos cansamos de despertar a Papelito jugamos a Verdad Consecuencia y nosotras nos ponemos coloradas si ellos descubren de quien gustamos.
Y después de tanto cansarnos de jugar todo el día, mamá o papá salen al balcón y nos gritan ¡a dormir! Y nos vamos con mi hermano a casa porque ya es tarde.
Apoyo mi sonrisa niña en la almohada y me duermo entre el humito del espiral y la  inundación de estrellas mironas en la ventana, que me dan la certeza del sol de mañana. Que felicidad.
Sueño que al otro día con todo ese sol,  después de comer me voy toda la tarde a la pileta hasta tener los dedos arrugaditos del agua.
Cuánto hace que no juego a ser grande.
Ahora yo quiero jugar a ser chica.
Si yo juego todo el tiempo a que me divierto, a que un día soy pianista, otro día soy escritora, otro día soy jardinera, otro día soy viajera, imagino que la vida todavía está lejos y puedo soñar que cuando sea grande voy a vivir en una casita blanca con geranios que cuelgan en sus ventanas.
No se si importa tanto que algunas de estas formas imaginadas se concreten, lo que importa es que juego a buscarlas; para moverme.
Fue cuando dejé de mirar la pared blanca, que a lo mejor de tanto mirarla, empecé a imaginar cosas.
Sólo tengo que ocuparme de mí, entonces juego a que lo  invento todo de nuevo y a la vuelta de la esquina hay una sorpresa y siempre encuentro algo que me gusta; un sendero con sol y con sombra.
Ando liviana.
Como a veces me sobra tiempo, me quedo mirando en la plaza a todas las palomas que se empujan avaras para comer, escucho los chicos como se ríen y me dan ganas de sumarme  a la ronda y jugar a que soy grande.

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